
Truman Capote. Alcohólico, drogadicto, homosexual… y un genio.
No lo decimos nosotros, lo decía él de sí mismo, así se definía, en base a su orientación sexual, sus adicciones y su arte literario. Hablamos de Truman Capote.
No lo decimos nosotros, lo decía él de sí mismo, así se definía, en base a su orientación sexual, sus adicciones y su arte literario. Hablamos de Truman Capote.
Famoso por su Gran Gatsby e inolvidable por sus cuentos, un tipo elegante y ocurrente, así era Francis Scott Fitzgerald.
William Golding fue el caballero británico y Premio Nobel de Literatura que nos advirtió que podemos evolucionar hacia lo racional y lo civilizado pero también hacia lo salvaje.
Lo trataron de poeta obsceno por la sensualidad (y sexualidad) de sus versos en Hojas de Hierba pero no era eso, era el nacimiento de la poesía en verso libre.
James Joyce, el escritor al que no entendía ni su mujer, era un tipo mal hablado, introvertido, derrochador... y autor de una de las obras más innovadoras de la literatura universal, Ulises.
Sinclair Lewis fue el primer Premio Nobel Americano y pudo haber ganado tres Pullitzer pero...
El poeta del imperio, le llamaban, y cabe que lo fuera (o no). Lo que sí fue (y es), además de un magnífico poeta, es uno de los mayores cuentistas que el mundo recuerda. Hablamos de Rudyard Kipling.
Escritor y espía (o viceversa), Graham Greene fue un niño acosado en el colegio y un adolescente con tendencias suicidas, marido infiel, viajero incansable y, al fin y a la postre, un defensor de la libertad.
No estaba loca. Pero había en su cabeza algo parecido a la locura, algo tal vez inherente a sus sueños y a su talento, quien sabe...