George Orwell, el escritor que supo señalar a los totalitarios a derecha y a izquierda.
Eric Arthur Blair, alias George Orwell, escritor solvente, azote de totalitarios, pensador, ensayista y honesto consigo mismo y con el mundo.
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Si hay un episodio de la vida de George Orwell que define de forma perfecta su ideología fue el que vivió en España cuando vino a luchar contra el fascismo y acabó huyendo del comunismo… y es que, como titulamos esta crónica, Orwell sabía distinguir a los totalitarios tanto si se revolvían a su derecha como si lo hacían a su izquierda y eso lo convirtió en un tipo incómodo al que hay que leer porque en él no sucede algo que es el pan nuestro de cada día en pleno S.XXI: quienes se reconocen de derechas silencian cuando no justifican las dictaduras de derechas mientras quienes se reconocen de izquierdas hacen lo propio con las dictaduras de izquierdas y van incluso más allá, las justifican; ese ‘hooliganismo‘ ideológico era impensable para Orwell poque la base de su pensamiento es su valor esencial como persona: la honestidad, Orwell pensaba lo que decía y decía lo que pensaba ¿cambiaba de opinión? sí, porque pensaba, aprendía y evolucionaba, lo que le ha costado pasar a la historia también por sus contradicciones (precio no elevado a cambio de su honestidad personal e intelectual y demostración clara e incontestable de que no se limitó a pasar por la vida sino que la vida también pasó por él); lo que le importaba a Orwell, lo que importaba entonces, lo que importa hoy y lo que importará siempre es combatir al totalitarismo tanto si éste ataca por la derecha como si lo hace por la izquierda, como si cae del cielo o lo escupe el centro de la tierra, por eso, gracias a esa convicción, Orwell se plantó en España para luchar contra el totalitarismo fascista y no se rasgó las vestiduras ni aplicó filtro de sororidad alguna al descubrir el de izquierdas, es más, le escribió un libro.
Si el líder dice de tal evento esto no ocurrió, pues no ocurrió. Si dice que dos y dos son cinco, pues dos y dos son cinco. Esta perspectiva me preocupa mucho más que las bombas.
Pero no divaguemos y empecemos por el principio.
Lo primero que debes saber de Orwell es que fue uno de esos ingleses que nació lejos de la madre patria, en la India, eso sí, tenía sólo un año cuando se trasladó a Inglaterra con su madre donde creció junto a ella y a sus hermanos, su padre estuvo ausente hasta sus 8 o 9 años porque alargó su estancia en la India más que el resto de la familia por cosas del trabajo; y es que no era la de Orwell una familia muy pudiente, su padre era un funcionario inglés destinado en las colonias mientras su madre era de origen birmano.
Y si lo primero que debes saber de Orwell es que no fue tan inglés como lo pintan, lo segundo es que, en realidad, George Orwell no existía, nunca existió… ese nombre era sólo un pseudónimo elegido no al azar por un tipo un tanto acomplejado (y a la vez con cierto aire elitista) nacido en la India, Eric Arthur Blair era su nombre real; ¿por qué George? ¿por qué Orwell? el nombre por su sonoridad y su tradición británica y el apellido por un río muy conocido para un amante de la pesca como él.
En tiempos de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.
Llegó el año 1911 y con él el momento del colegio ¡qué momento! pasó sus primeros años de escuela en St Cipryan para pasar a continuación a Eton, el colegio más elitista de Inglaterra (sí, en el que estudian los herederos a la corona británica); no fueron buenos tiempos para Orwell (un Orwell que no era todavía tal, sino Eric, un niño que sufrió bulling y que demostró tener cierto complejo de inferioridad por algo que se nos antoja difícil de entender: era un estudiante con beca, su familia no tenía la solvencia que sí tenían las familias de sus compañeros y se ganó su educación a golpe de beca, algo meritorio que, al parecer, a Eric le avergonzaba, ésto es lo que nos hace descubrir ciertos rasgos elitistas en su pensamiento en ciernes).
Cuando llegó a la edad adulta, Eric era un joven de aspecto descuidado que recordaba a través del olfato, algo que plasma además muy bien en su obra utilizando de forma muy habitual descripciones más olfativas que descriptivas; era también muy british, algo lógico dada su educación, ¿introvertido? tal vez… aunque sería probablemente más acertado decir que era un poco ‘estirado’ en lo emocional.
Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír.
Después de sus años de estudios e infausto recuerdo -por ser justos, cabe decir que el infausto recuerdo es más de St Cipryan que de Eton, donde a su marcha se le recordaba como gran argumentador y polemista, un tertuliano de primera- comenzó a vivir su propia vida: aprueba el examen de ingreso en la Policía Imperial y abandona Inglaterra rumbo a su tierra natal, a las coloinas, su destino fue Rangun, en Birmania. Corría entonces el año 1922…
Cinco años más tarde, Eric renunciaba a su puesto y se declaraba contrario al imperialismo ¿es ésta una de sus contradicciones? cabe que sí… o cabe que sus cinco años en la Policía Imperial en Birmania, lo vio y vivió entonces, sencillamente le hiciera cambiar de opinión; sea como fuere lo que no cambió fue su honestidad y antiimperialista como era él, le escribió un texto de alago al escritor más imperialista de la época, otro de esos ingleses nacidos en la India, Rudyard Kipling.
¿Qué hizo Orwell después de dejar su trabajo en Birmania? hizo muchas cosas, algunas de ellas absurdas y otras con tintes de locura.
Es imposible fundar una civilización sobre el miedo, el odio y la crueldad. No perduraría.
Era el año 1928 y Orwell se instala en París con una familiar porque su economía, sin llegar todavía a lo paupérrimo, es escasa; escribe un par de novelas que no logra publicar y de las que no se conservan ni tan siquiera los manuscritos y se gana la vida como lavaplatos trabajando como un esclafo 12 horas diarias ¿recuerdas lo que decía Agatha Christie acerca de fregar platos? que los mayores crímenes se le habían ocurrido fregando platos… tal vez sea éste un oficio que curte al escritor.
La salud fue el talón de Aquiles de Orwell y su trabajo en París no ayudó, enfermó y volvió a Inglaterra esperando mejorar tanto su salud como su suerte en la madre patria pero nada más lejos de la realidad; vivió entonces una época en la que sí cabe hablar de lo paupérrimo, trabajó como jornalero un tiempo pero llegó a convertirse en todo un vagabundo de pies a cabeza sin una moneda en el bolsillo.
No vamos a detenernos mucho en esta época de su vida porque mejor que el propio Orwell no seremos capaces de describir los detalles de sus años más duros, ‘Sin Blanca en París y Londres‘ es la obra que te permitirá saber, por boca del propio Orwell, como era vivir en estas ciudades así, sin blanca.
Claro que Orwell era un hombre culto y capaz y ese dejarse arrastrar por la pobreza parecía más una elección que un camino sin retorno, de hecho retornó gracias a su trabajo como profesor, como tutor y también como dependiente de una librería; eso sí, no fumaba poco y su salud continuaba resintiéndose.
Parecía que el literato empezaba a encontrar su camino y entre los años 1933 y 1935 publica algunas obras que si bien no le reportadon un éxito abrumador, si le permitiero labrarse camino como escritor; pero entonces su alma antifascista le hizo viajar a España para alinearse con el bando republicano y luchar contra el fascismo en nuestra guerra civil; el problema se le presentó cuando descubrió que tenía que proecuparse más por no recibir alguna puñadada trapera de sus compañeros de trinchera que por lo que hiciera el bando contrario, acabó huyendo de España porque estar en la izquierda sin alinearse con los stalinistas se convirtió en un riesgo vital.
El nacionalista no sólo no desaprueba las atrocidades cometidas por su propio lado, sino que tiene una extraordinaria capacidad para ni siquiera oír hablar de ellas.
‘Homenaje a Cataluña‘ es la obra que mejor narra su experiencia española; no es, ni mucho menos, un libro de referencia de la guerra civil española, pero sí representa un texto muy significativo para entener el pensamiento de Orwell y su evolución, una evolución que culmina con sus dos obras más importantes: Rebelión en la Granja y 1984.
A finales de los años 30 este escritor viajero (que sin acaercarse a las vueltas al mundo que le dio Kipling tampoco se movió lo suyo) pasó una temporada en Marruecos tratando de mejorar su salud; en los años cuarenta Orwell vivió grandes momentos, fue la época de las bodas, bautizos y comuniones (se casó dos veces y adoptó un niño porque el pack que componía su endeble salud incluía la esterilidad) y publicó ¡por fin! Rebelión en la Granja, una crítica incontestable al totalitarismo comunista.
Acarició entonces las mieles del éxito… pero se le fue la vida antes de disfrutarla del todo y antes de escribir tanto como hubiera querido, murió en enero de 1950.