Silas Marner: la bondad, la maldad, la cobardía y la justicia poética.
Silas Marner es una novela tan deliciosa como lo es siempre la prosa de George Eliot y las historias que nos cuenta en ella.
Leer a George Eliot es uno de esos placeres que, una vez descubiertos, se convierten en un viaje que se repite regularmente hacia la mejor literatura nunca escrita; Middelmarch es su obra más notable, El Molino junto al Floss probablemente la más popular y estudiada y Silas Marner, la tercera en discordia y no solo porque fue de hecho la tercera novela que escribió, su secreto mejor guardado. Por supuesto hay más, están sus relatos, su poesía, tres o cuatro novelas más y una miscelanea de publicaciones en la que resulta extremadamente placentero perderse pero hoy más que perdernos queremos encontrarnos, queremos encontrarnos con Silas Marner en la cantera y con la niña Eppie y con Dolly y con Nancy doña perfecta y con su hermana Priscilla la fea (que no la reina del desierto) y con todo el elenco de personajes que baila al son de George Eliot alrededor del tejedor Silas Marner.
Silas Marner es, como sucede con Middelmarch, un retrato no sólo de la sociead inglesa en tiempos de George Eliot sino un retrato del ser humano y las diferentes formas en que este se relaciona con el mundo; la colección de personajes que revolotean, casi literalmente, alrededor del avaro y amargado tejedor Silas Marner es imperdible como imperdible es la historia que George Eliot, nuestra querida Mary Anne Evans, hila y teje con ellos.
El mundo ajeno a su experiencia directa era una región de vaguedad y misterio.
El materialismo y el amor sincero y el egoismo inherente a él, los odios fraternales y los amores entre hermanos, las envidias, las vagancias, la fe como guía y camino de perdición, el elitismo, la libertad, la belleza de un jardín… Silas Marner, hilo conductor dela historia que trata de todo eso e incluso de más cosas, es un tejedor joven que se nos hace viejo entre las líneas de este libro a pesar de que en sus últimas páginas ronda tan solo los 50 años; al principio despierta nuestra compasión, después alienta nuestro desprecio para volver a conmovernos mediada la novela, momento en el que comenzamos a conocerlo a él también como a los Cass y a los Lammeter.
Has de saber, sin ánimo de hacer spoiler que como sabes no es algo que practiquemos en BeisBook, que la novela acaba razonablemente bien como lo hacen también, por ejemplo, las novelas de Jane Austen, tan magníficamente costumbristas como las de George Eliot aunque un punto más ligeras y más centradas en las mujeres y en el amor romántico, temas que George Eliot también trata en Silas Marner pero de modo casi diríamos que colateral, no en vano el protagonista es un tejedor que jamás se casa ni conoce mujer más allá de un amor primero que acabó en nada.
Nada es tan bueno como puede parecer de antemano.
Cuando vas degustando la prosa de George Eliot y su maravilloso uso de las metáforas en sus páginas más descriptivas, vas haciéndote una idea de cómo sería vivir en Raveloe, de quienes serían tus vecinos, de dónde pasarías tus ratos libres y a quien no te acercarías ni a cambio del oro escondido de Marner pero además vas sonriendo y maravillándote ante la soberbia elegancia de la prosa de Eliot ¿un ejemplo? No lo hay mejor que este: pongámonos en situación: las hermanas Lammeter se están vistiendo para una fiesta, llevan vestidos idénticos porque así lo quiera la pequeña de las dos y, siendo tan diferentes como es posible serlo siendo hermanas, lo que a una le sienta bien a lo otra le queda como a un mono dos pistolas; la mayor es la que pierte y elige siempre lo que queda mejor a la pequeña ¿por cariño y generosidad? Algo de eso hay pero hay mucho más de dejadez propia, la mayor se tiene por fea y no sólo ve imposible casarse sino que decide ni tan siquiera intentarlo así que, ya puestos, que se luzca la pequeña que además es la guapa y si tiene mimbres de mujer casada; pues bien, ahí están, ambas, acabando de vestirse para ir a la fiesta… y esto pone George Eliot en boca de la hermana fea, Priscilla:
‘Ven, ya podemos bajar. Estoy todo lo preparada que pueda estar un espantapájaros: no me falta nada para asustar a los cuervos ahora que ya me he puesto los pendientes‘.
La mujer como espantapájaros y el hombre como cuervo… hay sesudos ensayos que encierran menos carga de profundidad, y por supuesto menos gracia, que esta metáfora. Y no creas que es la única metáfora animal que utiliza George Eliot, hay al menos una más que es si cabe más brutalmente cínica que la de los cuervos, en esa ocasión es en pensamiento de Dolly donde la Eliot pone lo siguiente:
‘…y se decía ‘los hombres son así’, y veía a los integrantes del ‘sexo fuerte’ como anminales a quienes el cielo había considerado oporutno hacer conflictivos por naturaleza, como los toros y los pavos‘.
Toro y pavos de los que hay que protegerse y cuervos de los que hay que huir, así pinta George Eliot a los hombres con su pluma que parece a veces más un cortante cuchillo de cocina que un creativo pincel; claro que en contraposición a todos esos hombres está Silas Marner que no sólo no es perfecto (es ignorante y avaro además de un poco tontorrón, muy trabajador, eso sí, y un hombre nuevo cuando conoce a Eppie…) sino manifiestamente mejorable pero que es profundamente bueno.
En la historia que nos cuenta George Eliot vemos como los personajes malos, los más malos, acaban como corresponde a sus malas intenciones, también los cobardes pagan el precio por su egoísmo, que es lo que subyace tras la cobardía, y los buenos… los buenos sufren a veces pero luchan y al final, al menos en esta novela, llega la justicia poética que no la venganza ni el rencor, sino la generosidad y la justicia, dicho de otro modo, George Eliot hace lo que, dicen, llega a hacer siempre el tiempo: poner a cada uno en su lugar.