Frankenstein, una monstruosa historia de exhumaciones de ciencia y ficción basada en inquietantes hechos reales.

Vamos a contarte algunas cosas interesantes de Frankenstein para enriquecer tu lectura de esta novela sin hacer ni medio spoiler.

Lo primero que debes saber, si no lo sabes ya, es que Frankenstein no era el monstruo en el que piensas cuando lees ese nombre sino su creador, el doctor Víctor Frankenstein para más señas; el segundo dato de notable y tétrico interés que debes conocer es que el monstruo en cuestión creado por esta especie de precursor literario de Mengele, el doctor Frankenstein, era en realidad un montón de muertos, dicho de otro modo, su cuerpo se componía de trozos de cadáveres, era algo así como un puzzle humano, uno en 3D.

Y, sabido ésto, te preguntarás ¿de dónde sacó Mary Shelley tamaña idea? la idea nació, sin duda, de su imaginación desbordante, una imaginación que no trabajaba sobre la nada sino sobre unos hechos que ocurrían en tiempos de la Shelley y que son el germen de su idea: la compra-venta de cadáveres y las exhumaciones clandestinas de cuerpos ¿y a santo de qué? te preguntarás y con la respuesta completamos el cuadro literario de esta novela: los estudiantes de medicina, en particular los de anatomía pero no sólo ellos, necesitaban estudiar el cuerpo humano, los cirujanos eran algo así como matasanos infames porque operaban sin anestesia (no se había inventado todavía) y de su pericia y rapidez dependía en muchos casos la vida del paciente… por eso necesitaban cuerpos, necesitaban abrir a los muertos y aprenderse el cuerpo humano de memoria para operar a los vivos sin matarlos de dolor… ni por error. Pero en tiempos de Mary Shelley el respeto a la muerte y los muertos era reverencial, la creencia en el más allá era intensa, la ciencia era poco menos que una herejía frente a la religión, nadie quería acabar expuesto como dios lo trajo al mundo y abierto en canal en las mesas de los estudiantes de anatomía y por eso era los más pobres, los condenados a muerte y los muertos sin nombre que aparecían en las calles quienes corrían ese aciago destino. Pero no eran muertos suficientes y por eso había quienes hacían su agosto profanando tumbas y vendiendo muertos.

Yo era bueno y cariñoso; el sufrimiento me ha envilecido. Concededme la felicidad, y volveré a ser virtuoso.

Y entonces llega la novela ¿cómo llega? la culpa no fue de Mary Shelley sino de Lord Byron, como lo lees, el culpable último de la existencia de Frankenstein (la novela) es el mítico poeta romántico que era, además, íntimo amigo de los Shelley (Mary y su marido Percy); ésto hay que explicarlo, pensarás, y a ello vamos: para entender la intervención de Lord Byron en la existencia de Frankenstein primero debes conocer su relación con los Shelley: eran amigos, muy amigos, tan amigos que pasaban temporadas juntos y ¡avatares de la historia! pasaron juntos el que ha pasado a la historia como ‘el año sin verano’, 1816; ante un año frío y oscuro como aquel, Lord Byron propuso un juego, es más, retó a sus amigos: ¿quién sería capaz de escribir el cuento más terrorífico? Mary Shelley escribió la historia de Frankenstein y nadie duda que ganó por la mano a su buen amigo Byron y su marido Percy.

La novela cuenta la historia de Víctor Frankenstein, un médico que quiere insuflar vida a la muerte y crea un monstruo a partir de restos de cadáveres al que logra traer a la vida… ¿quién es entonces el monstruo? ¿el doctor o su creación? esa pregunta que puede parecerte ahora de fácil respuesta, te la irás haciendo mientras lees la magnífica novela de Mary Shelley y te anticipamos que no siempre responderás lo mismo… Pero no te contaremos más, ni medio spoiler haremos a esta espectacular historia que deberías leer ya mismo y celebrar Halloween como nunca antes.

Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo.

¿Mas curiosidades acerca de Frankenstein? las hay, concretamente hay una más que debes conocer; Frankenstein, el monstruo, forma parte de nuestro imaginario colectivo con una estética muy determinada: grande, torpe, con esa especie de botones a ambos lados de la cabeza… pero ¿sabías que Mary Shelley nunca lo vio ni lo imaginó así? su monstruo era más… monstruoso; te recomendamos que trates de apartar esa imagen ya clásica del monstruo de tu cabeza y te dejes llevar por las descripciones de Mary Shelley, te sorprenderá el resultado (y sí, debes esperar un resultado más espeluznante que el que tienes en la cabeza).

Apenas nos quedan un par de curiosidades que contarte de esta novela que enriquecerán tu lectura, una de ellas tiene que ver con el nombre del doctor que monta todo este lío, el doctor Frankenstein ¿de dónde sacó Mary Shelley el nombre? cuentan que el origen está en un castillo que, al parecer, los Shelley junto con Lord Byron y otro famoso integrante del grupo que vivió junto el año sin verano, John Polidori, era el castillo Frankenstein; cuentan que allí había vivido un alquimista loco que soñaba con trasplantar el alma y ofrecía un aceite que alargaba la vida… Sin duda esta historia también formó parte de la inspiración de Mary Shelley para escribir Frankenstein.

Ten cuidado; pues no conozco el miedo y soy, por tanto, poderoso.

Dejamos para el final un dato que resulta, ciertamente, curioso: es verdad que a lo largo y ancho de la historia, muy especialmente de la primera mitad del S.XX hacia atrás, las mujeres lidiaban con serios problemas para publicar sus obras pero ese no era exactamente el caso de Mary Shelley, su marido y su padre ejercían de editores para ella y contaba además con la sombra de su madre-Mary Wollstonecraft-, que era muy alargada, para cobijarla pero, se cree que por una confusión, la novela en su primera edición no fue publicada con Mary Shelley como autora, de hecho hubo quien pensó que se trataba de un trabajo de su marido Percy Shelley. Mary optó por aprovechar la confusión a su favor y sus siguientes obras, en lugar de pelear por publicarlas y conseguir uque se leyeran con una mujer por autora, las publicó como ‘del mismo autor que Frankenstein’, lo cual era rigurosamente cierto…

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