Ethan Fromme, pobre hombre viejo…
Ethan Fromme es una novela deliciosa escrita por una de las novelistas americanas más notables, Edith Wharton.
Ethan Fromme es una de las novelas más destacadas y destacables de Edith Wharton, además la historia que nos cuenta en esta novela podemos leerla como algo cercano porque su protagonista, Ethan Fromme, es el clásico joven de pueblo que trata de buscar una vida mejor lejos de casa pero al que las circunstancias por una parte, su generosidad por otra y las artes de algunos de los personajes que lo rodean, lo mantienen atado al viejo aserradero de su padre, es el clásico joven que quiere irse del pueblo a buscar fortuna pero no logra hacerlo, no logra imponer su voluntad a la de su madre, a la de su esposa, a la voz de su conciencia que le dicta lo que debe hacer… Pero no adelantemos acontecimientos.
Ethan Fromme era un pobre hombre viejo que aún no había cumplido los treinta años cuando caminaba por la vida arrastrando los pies, rendido a la evidencia de su desgracia que no era una ni eran dos, era un cúmulo de casualidades y, tal vez, una ligera falta de carácter, todo ello aliñado con una buena dosis de fatalidad y nieve… (porque el frío siempre adereza las peores circunstancias).
Ya en las primeras líneas de la novela Edith Wharton nos advierte que va a contarnos la historia de un hombre joven, lo hace tal vez con el certero convencimiento de que la triste existencia de Ethan Fromme, su modo apagado y lento de moverse por la vida, nos hará pensar en un hombre viejo y pobre de necesidad (esto último sí lo era…) cuando en realidad la suya es la historia de un hombre joven que casi hace de su vida un sayo, casi…
Ella se lo había despojado de todo lo demás y ahora tenía la intención de quitarle lo único que lo compensaba todo.
Ethan nació en un pueblo triste y deprimido, frío, pobre… un pueblo que además sucumbía invierno tras inverno a la crueldad del frío helado, el de los días de nieve y hielo; afortunadamente para él llegó a salir del pueblo con la intención de formarse para buscarse la vida lejos de la granja y del aserradero en el que había crecido, claro que ahí se acabó su fortuna; no entraremos en detalles porque para conocer la historia de Etham Fromme hay que leer Edith Wharton y disfrutarla a placer pero sí volaremos sobre la trama a través de algunos de sus protagonistas.
El gran protagonista es Ethan, por supuesto, pero su señora esposa también, una mujer amargada y triste de la que no llegamos a saber si se amargó por haberse casado en Ethan o a pesar de haberse casado con él; Ethan por su parte es un hombre bueno de esos que tratan de hacer lo correcto sin renunciar a ser quienes son pero los avatares de la vida son tan inmensos que parecen ahogarse en un mar de adversidad agarrados, eso sí, a su afán por hacer lo correcto.
Estaban juntos en la penumbra de los abetos, en un mundo vacío que brillaba a su alrededor grande y gris, bajo las estrellas.
Ethan es un hombre joven de alma vieja y cansada que despierta de su letargo de amargura cuando el amor le toca el corazón; es agradecido y amable, trabajador a su desorganizada manera, tiene su amor propio, por supuesto, y no busca la salida fácil sino la salida justa ¿la encuentra? No desvelaremos el desenlace de la novela, faltaría más, pero sí diremos que es sorprendente, muy sorprendente tanto por lo que, llegado el caso y obligada por las circunstancias, hace la señora Fromme como por lo que hace el propio Ethan y la tercera en discordia, Mattie.
Y es que no estamos ante una novela costumbrista al uso, aunque algo de ello tiene, sino ante un triángulo amoroso de esos que resultan insostenibles en el tiempo… solo que aquí se sostiene ¿por qué? Porque Ethan es un hombre bueno, porque Zeena quería ser, o al menos parecer, una mujer buena (cuando no una víctima) y porque Mattie tenía miedo… o algo así.
La vuelta a la realidad fue tan dolorosa como el despertar tras la anestesia.
Lo maravilloso de esta novela es que vas conociendo la historia a goles, a retazos, un poco por aquí, un poco por allá, y Edith Wharton la desarrolla tan magistralmente que, aunque la acción es lenta y no suceden grandes cosas (salvo en los momentos clímax de la novela, claro), no puedes dejar de leer; la curiosidad de Ethan despierta en el lector es mayúscula ¿qué le habrá pasado a ese pobre hombre viejo que antes de los treinta parece estar ya profundamente cansado de vivir? No responderemos nosotros a esa pregunta, dejamos que sea Edith Wharton quien lo haga en una de sus novelas más notables: Ethan Fromme.