Milenio negro, una distopía ballardiana.

Milenio negro es la penúltima obra de J.G. Ballard y se nos antoja una lectura imperdible a día de hoy porque nos acerca, de un modo literario e inquietante, al mundo en que vivimos.

Cuentan los biógrafos de J.G. Ballard que a este escritor de vida intensa y eventos tan inexplicables como inesperados, solía acosarle la incertidumbre inherente a lo inesperado: de una infancia feliz en China a un campo de concentración japonés (¿y ahora qué hago?), de un matrimonio feliz, con tres niños estupendos, a una viudedad repentina (¿y ahora qué hago?); cuando hablamos del universo ballardiano hablamos precisamente del modo en que Ballard responde siempre a esta pregunta, dicho de otro modo, sus obras son en general respuestas a esa pregunta y por eso son ciencia ficción porque, salvo excepciones como El Impero del Sol que es casi autobiográfica, lo que hace Ballard es imaginar respuestas a esa pregunta. De hecho Milenio negro es su respuesta a un ¿y ahora qué hacemos? planteado a principios de este siglo (ayer por la tarde).

Antes de adentrarnos en la novela, cabe señalar que su título original es Millenium People… (sí, Ballard se refería a ti, a mi, a todos nosotros, a la gente del nuevo milenio, la del S.XXI).

El protagonista de la novela, David Markham, es quien nos cuenta, a través de un periodo limitado de su vida, lo que podría suceder cualquier día de estos en cualquier barrio de clase media, una clase media que para Ballard era algo así como el nuevo proletariado; en realidad, alejándonos un paso de la historia que hila Ballard en Milenio negro, vemos que lo que hace es asimilar los comportamientos del proletariado surgido de la Revolución Industrial con los de ese nuevo proletariado surgido en gran medida de la Revolución Tecnológica, la clase media del S.XXI, lo aliña con dos toques de propaganda política y uno de terrorismo y ya tiene el cóctel perfecto… o no.

Milenio negro es ciencia ficción, sí; es de hecho una distopía aunque podría no serlo; es también una muestra de la literatura del absurdo ¿en qué cabeza cabe que una señora esposa anime a su marido a embarcarse en una investigación privada y personal para aclarar el asesinato de su ex-esposa afirmando así, y asumiendo con total naturalidad, que ese episodio de su vida no está cerrado? Eso sucede nada más comenzar la novela… (sigue leyendo sin miedo, en BeisBook nos guardamos de hacer spoilers).

Es una distopía que tiene algo de absurda, decíamos, es también una crítica social que lanza misiles tierra aire contra una sociedad llena de cosas y vacía de todo lo demás, carente de sentido, tan carente de sentido que ni siquiera su lucha de clases tiene sentido, tiene a lo sumo alguna razón de ser que se diluye en el sinsentido de todo lo que hace.

Es precisamente ese sinsentido lo que hace que al final se imponga la sociedad llena de cosas y vacía de todo frente a los revolucionarios llenos de eslóganes y promotores de acciones sin lógica ¿te suena de algo? Esto es lo que hace de Milenio negro una novela inquietante, es fría como buena novela distópica porque no ni pretende ser real pero resulta tan fácil trazar paralelismos entre lo que sucede en ella y lo que viene sucediendo en nuestra sociedad desde hace unos años que navega uno por sus páginas hacia el final pensando (‘Ballard, no jodas… dime que al final ganan los buenos’); claro que según avanzas en la lectura llega un momento en el que no es que no sepas quiénes son los malos o los buenos sino que te preguntas si acaso los buenos existieron en algún momento de la obra… Lo que sí sabes, y lo confirmas al terminar la lectura, es que lo que falta en el conjunto de personajes que Ballard hace recorrer los barrios de Londres en su Milenio negro es lucidez, la misma lucidez que tantas veces parece faltar hoy en día en la vida pública ¿no crees?.

 

Etiquetas: , , ,