¿Cómo era la sociedad victoriana que condenó a Oscar Wilde?
Oscar Wilde vivió en la época victoriana, triunfó en ella y fue condenado y proscrito, todo ello en el plazo de una vida más bien corta (menos de 50 años) ¿cómo fue posible?
Oscar Wilde no vio más que una reina en el trono de Inglaterra; cuando nació, en 1854, la Reina Victoria llevaba ya unos 17 años reinando y reinaría hasta dos meses más tarde de la muerte del escritor; la infancia y juventud de Wilde coinciden con los años dorados de la Época Victoriana mientras que en la última parte de su vida Wilde ya pudo ver como la hegemonía y estabilidad británicas, logradas gracias a su liderazgo en la Industrialización se tambaleaban ya fuera por las corrientes anti-imperialistas, por la fuerza del movimiento sindical o por las tensiones con Irlanda; pero ¿cómo era realmente la sociedad victoriana? ¿cómo era esa sociedad progresista en algunas aspectos y de férrea moral conservadora en otros? ¿cómo era, en definitiva, la sociedad que encumbró primero y destruyó después a Oscar Wilde?.
A continuación te damos las claves para entender el éxito y el fraso de Oscar Wilde en la sociedad victoriana.
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Los valores sociales de los victorianos eran los de los puritanos.
Ésta es, probablemente, la razón que mejor explica la caída en desgracia de Oscar Wilde, es más, nos lleva a preguntarnos incluso por qué no cayó antes.
La sociedad victoriana era conservadora y religiosa y sus valores eran los del trabajo, el ahorro, la familia (con la mujer siempre en casa…) y el respeto a la fe; la castidad era una virtud y la pobreza un vicio.
Por su valor como dramaturgo y su respeto a la moral de la época tras su matrimonio y parternidad la sociedad victoriana miró hacia otro lado cuando se supo de la homosexualidad de Wilde pero lo hundió por ella cuando pensó que podría ganar por la mano al padre aristócrata de su enamorado. Perdió. Fue condenado a dos años de trabajos forzados por sodomía y, una vez liberado, no volvió a escribir.
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Sociedad burguesa y proletaria, sí pero también aristócrata.
La sociedad victoriana, por aquello de la Industrialización de la que Inglaterra fue pionera, era en su mayor parte burguesa y proletaria y vivía en las ciudades pero del mismo modo que una parte de la sociedad seguía viviendo en el campo, se mantenía también una importante aristocracia que si bien toleraba a los ricos burgueses, nunca los consideró iguales sino inferiores a ella, por eso Wilde tenía todas las de perder, o casi todas.
Decimos casi todas porque Wilde no era el hijo de un trabajador ni de un burgués de poca monta, era de origen angloirlandés y tanto su padre como su madre eran gentes de basta cultura y cierta notoriedad en su tiempo (ella poeta, él cirujano) pero a quien Wilde tenía enfrente era a todo un aristócrada, el padre de su amante, y no supo medir el riesgo de enfrentarse públicamente a él, lo hizo, eso sí, animado por su amante que odiaba a su padre y vio en aquel momento una oportunidad de tratar de hacerle daño, pero el daño, todo, se lo llevó Wilde.
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El tiempo de la doble moral.
Siendo la victoriana una sociedad asimilable a la puritana, no te sorprenderá en absoluto que hablemos de doble moral, especialmente refiriéndonos a los asuntos sexuales (que fueron, al fin y al cabo, los que marcaron el fin de Oscar Wilde).
Cuentan que fue la propia Reina Victoria quien hizo alargar los manteles para tapar las patas de las mesas porque evocaban las piernas de una mujer en las mentes masculinas… pero fue en esa época y en Londres donde se creó el primer preservativo de látex, contradictorio como poco ¿verdad? te lo explicamos.
La noche era el momento de los vicios y libertinajes que permanecían callados y ocultos a la luz del día, el este de Londres era entonces territorio comanche y allí se podía jugar, apostar, consumir drogas (opio especialmente), comprar los favores de prostitutas, organizar o participar en orgías varias… Si has leído el Retrato de Dorian Gray seguro que ya sabes donde iba el bueno de Dorian cuando no estaba con Lord Henry o Basil. Seguro que la novela no ayudó a la salvación de Wilde.
Un detalle no menor de esta doble moral y doble vida de la ciudad de Londres sucedió precisamente en la viciosa noche londinense: Jack el Destripador, el asesino de prostitutas que nunca fue identificado ni detenido, actuó en esta época.
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Las mujeres tenían media voz.
Media voz y en privado porque no podían votar y los espacios públicos, no digamos ya los laborales, estaban dominados por los hombres ¡pero! durante la época victoriana se aprobó el llamado Acta de Propiedad de las Mujeres Casadas que otorgaba a las mujeres el derecho a la propiedad que hasta entonces perdían al casarse y también el derecho a divorciarse y a la custodia de los hijos.
¿Y en qué afectaba ésto a Oscar Wilde? te preguntarás… en mucho, tras su condena su mujer, aunque no se divorció, cambió su apellido y el de sus hijos y el escritor tuvo que renunciar a la patria potestad.