La cultura de la cancelación y la literatura: Harper Lee y Steinbeck reprobados.

¿Sabemos qué es realmente la cultura de la cancelación y qué representa para la literatura y la sociedad?

¿Cómo definir la cultura de la cancelación? El modo más sencillo y comprensible nos parece este: la cultura de la cancelación es un movimiento apoyado por quienes viven su ideología como la esencia única de su pensamiento y con una fe en ella que los lleva a convertir en enemigos a quienes no comulgan con sus ideas; y es que la cancelación no se aplica a lo indiscutiblemente falso o lo intrínsecamente malo, se aplica a aquello que es contrario a lo que la moral del momento señala y se hace, además, buscando la muerte civil del cancelado si acaso estuviera vivo o su desaparición de la historia si ya ha pasado a ella; la cultura de la cancelación promueve la muerte civil basada en el desprestigio profesional del discrepante y la manipulación de la historia borrando de ella lo que se considera reprobable, es por tanto asimilable a la censura en todas sus formas y lo es porque se basa en el hecho de que alguien tiene derecho a decidir por otros en base a su ideología asumiendo así que sus ideas no solo son mejores que otras sino que son las únicas posibles.

Leer debe ser, siempre, un ejercicio de libertad y esto choca frontalmente con la esencia misma de la cultura de la cancelación porque desde el momento en el que existe un faro moral que decide los libros que no deben leerse, los que no deben pasar a la historia y los que deben ser borrados de ella, la libertad del lector se ve limitada, profundamente coartada.

No podemos leerlo todo, como señalaba certeramente Harold Bloom  en su ensayo ‘lo que hay que leer y por qué‘ (véase que Bloom recomienda en ese ensayo lecturas, no cancela ninguna), y dado que no podemos leerlo todo ¿qué menos que concedernos la libertad de leer lo que nos plazca o lo que consideremos oportuno y conveniente? Que en ese marco de libertad haya quien fomente la lectura de determinadas obras, quien decida lo que vende en su librería o lo que está más a mano en la biblioteca que dirige entra en la buena lógica de las dinámicas de una sociedad libre; que alguien prohíba o cancele cualquier obra porque no encaja con sus preceptos morales, no.

En este punto conviene recordar a Bradbury cuando decía que ya no hace falta quemar libros, basta con conseguir que no se lean; al decir esto Bradbury ya nos advertía de lo que se nos venía encima, de la gravedad de la cancelación y de sus profundas similitudes con la censura que se ha instaurado históricamente en sociedades regidas por poderes no democráticos y por faros morales de diferente índole.

¿Ejemplos de indjustamente damnificados por la cultura de la cancelación? Haper Lee y Steinbeck son dos de ellos pero hay más; los elegimos a ellos porque ambos están en la lista de los 10 libros que más ataques censores sufrieron en 2020, además, a poco que revisamos los libros más atacados por los censores de turno a lo largo de la historia descubrimos que Steinbeck ocupa un lugar destacado porque han sido varias de sus obras las que fueron atacadas en diferentes lugares y por diferentes censores; el caso de Harper Lee también da para pensar porque acumula toda la ira censora en una obra que es, indudablemente, una de las grandes obras de la literatura norteamericana: Matar a un Ruiseñor.

¿Por qué consideran los defensores de la cultura de la cancelación que estos dos escritores deben ser borrados de los currículos escolares, de las bibliotecas, las librerías y, por ende, de la historia? Si nos ceñimos a la lista de los 10 libros más censurados de 2020, tanto Matar a un Ruiseñor como De Ratones y Hombres lo fueron por el desarrollo de estereotipos raciales e insultos por razón de raza pero eso no es lo grave, lo grave es la razón que lleva a alguien pensar que historias que reflejan la realidad social de un momento determinado de la historia deben ser ocultados: porque pueden tener un efecto negativo en los estudiantes; este razonamiento puede tener lógica si hablamos de niños pequeños, ciertamente valoramos ya no lo que leen nuestros hijos, también lo que ven en televisión o en el cine porque se requiere cierta madurez para comprender y asimilar determinados contenidos pero ¿de verdad es necesario proteger a los estudiantes universitarios de lo que cuentan Salinger o Harper Lee en sus obras? ¿De verdad vamos a defender la limitación de libertadades lectoras en base a moral de turno?.

Además hay otro aspecto a tener en cuenta ¿el objetivo de la literatura es hacer mejores a las personas? No. Tampoco tiene como objetivo hacer peores ni mejores personas la ingeniería, ni la artesanía, ni la medicina, ni… La literatura es parte de la cultura y es un arte, en consecuencia la belleza por sí misma, sin objetivo social ni moral alguno, es su única esencia por eso la censura es un ataque a la cultura, porque la mutila ¿lo hace porque hay escritores que utilizan su arte para remover conciencias? Ciertamente, también lo hacen artistas de otras disciplinas y por eso la cultura de la cancelación quiere descolgar según qué cuadros de los museos, por la misma razón que el Papa Pio IV mandó cubrir los desnudos de la Capilla Sixtina, porque no comulgaban con su fe (o con la idea que él tenía de su fe).

La cultura de la cancelación se ha rebelado como una cuestión esencialmente moral, no cultural ni artístico y por tanto su afán censor debe ser analizado bajo los mismo parámetros que el de otros movimientos morales como la religión misma, la única diferencia es su base: en el caso de las religiones la base es una cuestión de fe explicada de una y mil maneras en los libros sagrados mientras que ¿sabemos en qué se basa la cultura de la cancelación? Si se trata de cancelar un libro por asuntos raciales podemos pensar en el movimiento Black Lives Matter o si es por asuntos sexuales o de discriminación positiva en el feminismo radical (el feminismo tradicional, el de Mary Wollstonecraft o Virginia Woolf no cancelaba nada, al revés, luchaba fervorosamente contra la cancelación de las mujeres) pero lo cierto es que la esencia de la cultura de la cancelación es mucho más fluida que la religiosa: la Biblia puede interpretarse de maneras diferentes a la lo largo y ancho de la historia pero siempre es la misma Biblia en cambio la base moral de la cultura de la cancelación es más fluida, puede ser dominada por unos movimientos sociales hoy y por otros mañana. En este punto cabe recordar a Chesterton porque igual que Bradbury nos advirtió del peligro de conseguir que no se leyera, Chesterton hizo lo propio acerca de la importancia de borrar la religión de la moral de las sociedades, se crea un vacío que enseguida es ocupado por otra cosa.

No, no podemos leerlo todo y por eso no deberíamos permitir que nadie decida por nosotros lo que podemos o no podemos leer, una cosa es recomendar lecturas, en BeisBook lo hacemos, otra muy distinta borrar libros de la historia de la literatura.

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