La ruta andaluza que enamoró a Washington Irving: de Sevilla a La Alhambra y sus cuentos.

Una ruta literaria sin par, la que recorrió Washington Irving de Sevilla a Granada, un viaje que conserva el encanto de antaño y también su espectacularidad en su punto final: La Alhambra.

La ruta de Washington Irving (y de sus Cuentos de la Alhambra) de Sevilla a Granada no sólo existe sino que es todo un atractivo turístico de Andalucía por eso nosotros no vamos a detenernos en darte excesivos detalles para viajeros, los encontrarás todos aquí, lo que nosotros te proponemos es hacer este viaje que no llega a los 300 kilómetros con Washington Irving como acompañante, es decir, con los Cuentos de la Alhambra como guía de viaje.

Aunque la ruta como tal comienza en Sevilla, el viaje en sí parte de Madrid, de hecho Irving dedica unos párrafos cuando menos interesantes al paisaje castellano al principio de su obra; a continuación nos marca el 1 de mayo como día de inicio de la ruta Sevilla-Granada, un viaje que emprendió acompañado de un miembro de la embajada rusa en Madrid, harán juntos el camino pero, al llegar a la Alhambra, el ruso tendrá que poner rumbo de nuevo a Madrid mientras Irving disfrutará de una deliciosa estancia en Granada propia de un rey (o de una reina, al fin y al cabo ocupó las habitaciones de Isabel de Farnersio en la Alhambra).

El primer pueblo que menta Irving tras comenzar la ruta en Sevilla es Alcalá de Guadaira, para entonces ya sabemos que el escudero vizcaíno que los acompaña no se llama Sancho pero, por su buen conocimiento del refranero popular, así es como lo llamará Irving, al menos, en sus Cuentos de la Alhambra; nuestros viajeros hicieron noche en Gandul, que era entonces un pueblo en el que, si hacemos caso a Cervantes, Lope de Vega o Calderón de la Barca, se hacía el mejor pan que se podía comer en Sevilla, como hoy forma parte de Alcalá de Guadaira, queda pues incluida su visita en la primera escala de nuestro particular viaje.

Irving era aplaudido en su tiempo por su uso de la ironía, hoy en día en cambio dicen que no se entiende bien el sarcasmo de entoces pero en los Cuentos de la Alhambra encontramos una mofa, a cuenta de Antequera, que sí nos arranca una sonrisa; dice Irving que Antequera no era en aquel tiempo frecuentada por extranjeros así que mantenía sus costumbres pero lo dice de otro modo: ‘Así, pues, podía verse cómo los antianos seguían cubriéndose la cabeza con un montero, que es la gorra de caza tradicional, mientas que los jóvenenes llevaban un calañés y las mujres, mantilla y basquiña. Definitivamente, la moda de París no había arraigado en Antequera‘.

De ahí en adelante Irving se recrea en el paisaje y en los viajeros que conocen en el camino, en las gentes andaluzas, en lo que ve, en lo que siente… y entonces llega a Granada y, tras visitar al gobernado de la Alhambra -Don Francisco de la Serna- acaba instalándose en esta maravilla del mundo, el lugar perfecto para pasear con los Cuentos de la Alhambra en una mano, viendo con tus propios ojos lo que Irving veía mientras recopilaba leyendas porque, además de conocer los rincones más bellos de este monumento, también pasearás Granada como la paseó Irving e incluso otros pueblos de los alrededores.

 

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