Jane Austen, las ventajas y desventajas de escribir obras de fácil lectura.
Digan lo que digan por ahí (y diga lo que diga nuestra admirada George Eliot) a Jane Austen hay que leerla para disfrutar del sencillo placer de leer una historia bien contada.
Jane Austen personifica como pocos escritores las ventajas y desventajas de escribir obras de fácil lectura; no haremos una lista de pros y contras, de cosas buenas y cosas malas… porque no es esa la disyuntiva real, la cuestión es ¿que sea de fácil lectura convierte una novela automáticamente en una obra mediocre? muchos más críticos literarios y escritores de los que imaginas dirían que sí sin pensárselo dos veces, otros tantos dudarían pero, en el fondo, si se encuentran con texto de fácil lectura tenderán a calificarlo como mediocre y sólo unos pocos darían con el martillo en el clavo en lugar de en el dedo: no, la calidad de una novela no está en lo complejo de su lenguaje ni en su sencillez, es más, si una obra tiene calidad, es decir, si es una historia bien contada, que sea de fácil lectura la engrandece más si cabe.
¿Sería Joyce peor escritor si sus obras fuesen más comprensibles? sería menos Joyce, sin duda, pero no necesariamente peor escritor y lo mismo a la inversa, Jane Austen o las hermanas Brontë no han sido escritoras mediocres por el mero hecho de que sus novelas sean fáciles de leer ni aunque lo diga George Eliot (que lo decía…), y aquí va la comparación definitiva ¿de verdad las novelas de Austen o las Brontë son equiparables al mundo de novelas publicadas como ‘novelas románticas’? ¿de verdad no vemos en la obra de Austen o las Brontë más fondo que en una historia de Corín Tellado? si es así, queridos, leemos mal, muy mal.
La obra de Jane Austen es costumbrista y también romántica pero a nuestros ojos, lectores mediterráneos, si tiene más tintes de romanticismo que de costumbrismo es más por nuestro desconocimiento de la sociedad británica de la época que porque sea efectivamente así; cabe decir también que las novelas de Jane Austen lo son de personajes, Orgullo y Prejuicio no sería la novela que es si Darcy o la impetuosa Elisabeth no fueran como son.
La historia ha jugado al rato y al ratón con Jane Austen, a ratos la ha ignorado y casi repudiado, a ratos la ha recuperado llegando incluso a enaltecerla para luego volver a olvidarla; no diremos que es la mejor de las escritoras británicas pero del mismo modo que no es tan excepcional como después del éxito cinematográfico de sus novelas se dio a entender ni su obra es tan mediocre como algunos críticos literios no sólo dan a entender sino que lo dicen abiertamente.
Para nosotros que Orgullo y Prejuicio, y del mismo modo Sentido y Sensibilidad, sean novelas fáciles y agradables de leer es sin duda un mérito de la autora que nos cuenta historias de personajes magníficamente ambientadas y nos permite deleitarnos en sus aventuras y desventuras por el mero placer de leerlas.
Dice Arturo Pérez Reverte que el trabajo del novelista es contar historias y, aceptando como cierta esa premisa (hay otros géneros literarios como la poesía o el ensayo para otros fines), es de justicia reconocerle a Jane Austen el justo mérito que merece, el propio de una gran contadora de historias.
Y de entre todas las historias que contó Jane Austen, que no fueron tantas como nos hubiera gustado, hoy vamos a recomendar dos ya mentadas en esta reflexión: Orgullo y Prejuicio, que reconocemos es nuestra novela favorita de la autora, y Sentido y Sensibilidad.
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Orgullo y Prejuicio
Publicada en 1813, fue su segunda novela y en ella nos deleitamos con el modo en el que Austen, a golpe de trazo y palabra, dibuja personajes: la madre insoportablemente egocéntrica, las hijas consentidas, la inconsciente, la inteligente, el padre rendido y superado por la vida y las mujeres, las gentes más conservadoras, las más rebeldes, el grupo de los elitistas, los más justos…
Y entre todos ellos ella y él, Elisabeth y Darcy ¿quién de ellos dos es el que se muevo por sus prejuicios y cuál de ellos por su orgullo?
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Sentido y Sensibilidad
Fue su primera novela y se publicó en 1811 aunque no la firmó, se publicó bajo el pseudónimo ‘A Lady’; en esta novela Austen refleja con claridad cómo era la sociedad de su tiempo, cómo eran las normas sociales -terriblemente injustas con las mujeres- y cómo eran también las propias mujeres -terriblemente injustas las unas con las otras… en algunos casos-.
En esta novela es fácil enamorarse de algunos personajes y odiar a otros y no porque Austen cree dioses y demonios sino porque el retrato social que pinta complementado con algunos rasgos de caracter personal, nos predispone, leyendo la obra desde la sociedad del S.XXI, a aborrecer a quienes mejor representan lo que más detestamos de los tiempos de Jane Austen.
¿Lo más curioso de la novela? descubrir cómo en una sociedad que margina a las mujeres a veces los hombres resultan ser los tontos y las mujeres la mano que teje los hilos del destino.