Calle Mayor. Sinclair Lewis.

No queremos vivir en la Calle Mayor de Sinclair Lewis. Lo tenemos claro. Pero perdernos en ella a través de esta novela… ¡qué gran placer!. Pasen y lean.

Calle Mayor es la primera gran novela de Sinclair Lewis, hay quien dice que Babbit la mejora pero lo cierto es que en Calle Mayor está ya el mejor Sinclair Lewis, está su ironía y su crudeza, su redacción fácil, sus personajes perfectamente perfilados, su crítica acerada… está todo salvo lo que nunca estuvo en Lewis, el romanticismo. Eso es algo que es importante tener claro cuando se sienta uno a leer Calle Mayor ¿hay amor? lo hay ¿amistad? también ¿odios y rencillas? faltaría más… hay todo lo que hay en una pequeña ciudad donde todo el mundo se conoce: sueños frustrados, vecinos insufribles, prejuicios de todo corte y color, tradiciones, fe, cotilleos a montones… Aunque lo cierto es que Calle Mayor no es la histoira de una ciudad (o sí) ni la de uno de sus vecinos de siempre (o sí), es (sí o sí) la historia de una mujer joven, liberal, estudiada y trabajadora de una ciudad importante que conoce a un médico rural, se enamora, se casa y llega a su ciudad de la América profunda (la de él) y ve cómo todos los pájaros que tenía en la cabeza vuelan lejos.

No leen y, al parecer, tampoco piensan. No hacen otra cosa que esperar.

Lo más interesante de Calle Mayor son sus personajes. Todos. El modo en el que evolucionan delante de nuestros ojos. La manera en la que nos resultan repulsivos aunque luego no tanto y finalmente mucho más. El modo en el que nos identificamos con ellos, incluso nos enamoramos de ellos para detestarlos después no sin antes comprenderlos y sin llegar a odiarlos (o sí…). No es una novela de grandes pasiones sino de bajas pasiones, de realidad desnuda, de humanidad.

Carol Kennicott, la joven esposa del doctor Kennicott, es la mujer alrededor de la que gira la novela; su marido se asoma a la historia a través de ella, del respeto que siente por él a pesar de todo; el cuadro de personajes que los acompaña es de lo más variopinto y va desde la señora Bogart, la vecina odiosa, hasta Vida Sherwin, la profesora y amiga a ratos, hasta el sastre que quería ser artista, la criada que podía ser amiga y el sueco rojo que desvela la clave de la vida…

Usted quiere hacer algo por la ciudad. Yo quiero que la ciudad haga algo por sí misma.

El sueco rojo es uno más de los personajes que pululan por esta novela pero gana interés a nuestros ojos cuando se convierte en granjero (no diremos cómo ni con quien por aquello de no hablar más de lo debido, vamos, por comportarnos como corresponde y no como vecinos de Gophre Praire); la cuestión es que el sueco rojo está tan descontento en la ciudad como la propia Carol pero descubre que ya no es libre para irse ni para hacer otra cosa que seguir adelante a pesar de todo ¿por qué? porque así es como nos atan, ya no podemos protestar, ni hablar de formar una cooperativa porque ahora ya tenemos algo que perder… En ese momento el sueco rojo tenía granja, esposa, hijo, casa… pero también tenía que convivir con las injusticias y prejuicios del momento. Y ante esto que sabía el sueco rojo no está de más contraponer lo que se dijo en Davos hace unos días: que en 2030 no tendremos nada y seremos felices. ¿Es posible? Utopías ha habido y habrá, la de ser feliz en la nada es de las más viejas del mundo.

Pero hemos venido a hablar de su libro, del de Sinclair Lewis.

¿Por qué leer Calle Mayor? sobran los motivos; para empezar porque es una novela entretenida y sugerente de las que hacen pensar; no te atrapa con un halo de romanticismo, no habla de héroes ni villanos, ni de princesas ni príncipes azules sino de personas, de gentes muy humanas, cargadas de virtudes y defectos, cada cual arrastrando sus propias miserias; incluso los personajes más rastreros tienen su razón y los más sensatos y razonables su sin razón; Calle Mayor no desnuda solo la realidad de una ciudad pequeña en la que todo el mundo se conoce, también la del alma humana y sus anhelos, el modo en el que  idealizamos lo que no tenemos, el modo en el que nos justificamos para no luchar por ello o el modo en el que descubrimos que tampoco era para tanto… o era para más.

Claro que el presonaje principal de esta novela es una mujer, una mujer liberal, con ideas de sufragista que trabajó antes de casarse como bibliotecaria porque era, además, una mujer estudiada; y resulta cuando menos revelador descubrir el modo en el que se siente insatisfecha con todo y a pesar de todo, al principio de un modo totalmente comprensible (ella ama lo bello y en esta ciudad de Mineapolis lo bello brilla por su ausencia) pero según avanza y su insatisfacción tanto en lo que hace como en lo que deja de hacer llegamos a preguntarnos… ¿será que esa insatisfacción tiene más que ver con ella misma que con el mundo en el que vive?.

No diremos más porque decir más sería desvelar más de la cuenta… y, además si algo tiene Calle Mayor en su modo descarnado de contarse es una habilidad magnífica para provocar preguntas, despertar inquietudes y recordar aquello de que si quieres un cambio en el mundo, tal vez debieras pensar por cambiarte a ti mismo (para empezar). Pero no queremos mudarnos de Gopher Prairie y su Calle Mayor con mal sabor de boca, más bien al contrario, queremos dejarla con el mensaje que nos deja Carol Kennicott:

¿Qué importa tener que volverse atrás? Por lo menos habrá usted gozado de la aventura. No sea sumiso con la vida. Usted es joven y está soltero. ¡Inténtelo todo!.

Un pequeño spoiler (¡pequeñín!): ella misma lo intentó todo, estar casada y no ser tan joven como el joven al que le daba ese consejo no le impidió hacerlo.

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